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Estudio revela la función de un componente del oído interno

La parte más interna del oído humano es esencial para la audición y el equilibrio. Está formado por una compleja serie de cavidades conectadas llenas de líquido. Para que el oído interno funcione correctamente, el cuerpo necesita regular de forma precisa la presión creada por el líquido dentro de sus cavidades.

Una estructura conocida como saco endolinfático, que es una cámara similar a un globo conectado al resto del oído interno por un tubo delgado, ayuda con esta regulación. Un equipo de científicos realizó una investigación que reveló con precisión cómo el saco endolinfático cumple su función presoreguladora.

El oído interno se compone de varias estructuras que están interconectadas y llenas de un líquido especializado que se mueve en respuesta a las ondas de sonido o al movimiento de la cabeza. Estos movimientos fluidos sutiles son detectados por las células sensoriales y convertidos en señales neuronales para que el cerebro las procese.

El estudio del oído interno es difícil porque está encerrado en uno de los huesos más densos del cuerpo. Sin embargo, otros animales también tienen oídos internos, por ejemplo: en los embriones de pez cebra el oído comienza a trabajar antes de que se formen los huesos que lo rodean, haciendolo accesible y con técnicas de inyección de tinta y microscopía se logró examinar el oído interno de estos pequeños peces.

Los experimentos mostraron que cuando aumenta la presión en el oído interno, el saco endolinfático se llena lentamente con el líquido del oído, y luego se desinfla rápidamente.

Al analizar los detalles de estos ciclos de inflación y deflación, se descubrió que las células que forman el saco tienen espacios entre ellas. Una aleta cubre estos espacios para mantener el líquido adentro, pero bajo presión, la aleta se abre y el líquido puede escapar. Estos resultados muestran que el saco endolinfático funciona como una válvula de alivio de presión para el oído interno.

Lo que revela un mecanismo biológico único para mantener la presión y composición del fluido, y pudieran servir para el desarrollo de tratamiento de trastornos que involucran defectos en la presión del oído interno como la enfermedad de Meniere, afección caracterizada por vértigo, pérdida de audición y zumbido en los oídos.

Los resultados también podrían ayudar a los investigadores a estudiar el control de la presión en otros órganos, como los ojos y los riñones, que también tienen cavidades llenas de líquido.