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MADRES TÓXICAS

El vínculo con nuestra madre es la relación más significativa que mantenemos, con otro ser humano, es fundamental para el desarrollo de nuestra personalidad y constituye el modelo a seguir para el tipo de relación que estableceremos con otras personas. Y en agunos casos en vez de estimular el crecimiento de sus hijos, afectan su equilibrio emocional.

6 Señales de que tienes una

No se fija en tus sentimientos

Cuando una mamá no le importa cómo sus acciones pueden perjudicar a su hija en los sentimientos.
Esto puede ser un daño muy marcado en el crecimiento de una persona.

Es controladora
Cuando la madre trata de controlar cada movimiento de su hija, hasta el punto de que no tengan ninguna capacidad de decisión sobre lo que hacen y no le permite desarrollar su propia personalidad.

Es cruel contigo
En una actitud pasivo-agresiva hace comentarios como, “ya te ves más gorda”, o “eso no te queda porque no estas flaca”. El querer hacer feliz a mama puede llegar a ser un juego peligroso mental y físico.

Se proyecta en ti
Cuando una mamá quiere que su hija/o sea el «yo ideal» que ella no puedo ser, suele dañar la relación, ya que busca algo egoísta sin pensar en las necesidades o gustos de su hijos.

Indiferente
Cuando es completamente indiferente a ti, no le importan tus gustos, pareciera que eres invisible ya que no intenta saber de ti. En muchas ocasiones disfrazan de permisividad lo que en realidad es indiferencia, dando como resultado personas indefensas y con poca tolerancia a las situaciones que puedan generarle ansiedad.

No te trata como un adulto
Cuando se trata de encargar de todo lo relacionado con tu vida, a los hijos los vuelven dependientes e inútiles.

6 Claves para sanarte

Tú marcas los límites
Tal vez, tu madre siga repitiendo sus mismos esquemas y pretendiendo que tú actúes igual que antaño, sin embargo, ahora Tú puedes marcar unos límites de respeto en vuestra relación y decidir hasta dónde permites que se inmiscuyan en tu vida.

Comprender no es permitir
Puedes llegar a comprender los motivos por los que tu madre, en el pasado, se comportó como lo hizo, pero esto no es excusa para que siga actuando igual. No resulta saludable ocultar el daño que recibiste.

Si tú eres madre
Si tienes tus propios hijos, entonces sientes una doble motivación para liberarte del pasado y recuperar tu equilibrio emocional. Por un lado, notas un interés legítimo en sanar, pero además, piensa que toda la carga que sueltes, será lastre que le estás evitando a tus hijos.

Piensa en ti
Ha llegado el momento de pensar en ti misma. No es egoísmo, es salud emocional. Recuerda que si tú no estás bien, no podrás amar incondicionalmente a tus seres queridos.

Haz cosas que te motiven
Escucha a tu cuerpo y siente qué es lo que te pide. Puedes empezar por cosas sencillas como escuchar tu música favorita o desarrollar una afición olvidada. Poco a poco, irás sintiendo cada vez más clara esa voz interior que te dice lo que es bueno para ti.

Has crecido y eres adulta
Ha llegado el momento de que tomes tus propias decisiones, tienes todo el derecho a vivir tu propia vida. No lo dudes, te mereces tener relaciones libres de sometimientos y juegos de poder.