Las abejas se encuentran en peligro de extinción por diferentes factores como el uso excesivo de pesticidas, el cambio climático y la alta demanda de apitoxina, que es el veneno secretado por las abejas y utilizado como tratamiento alternativo para aliviar algunas afecciones; se consideran más de cien las enfermedades que pueden ser tratadas con esta sustancia.

Para obtener ese veneno, se extrae directamente de las glándulas de la abeja o se le hacía picar una superficie a fin de que el agujón se desprendiera de su cuerpo, ambas provocando la muerte del insecto.

Otro método para extraer la apitoxina consiste en someter a las abejas a estimulaciones eléctricas para que depositen la sustancia en un recipiente, todo esto sin que signifique sacrificarlas. Esa técnica es empleada en el laboratorio de la Facultad de Estudios Superiores Cuautitlán, pero se ha innovado al utilizar la energía del sol como principal fuente de funcionamiento.

El alumno de Ingeniería en Telecomunicaciones, Sistemas y Electrónica de la FESC UNAM, Felipe Romano Rodríguez desarrolla un dispositivo con celdas solares para extraer el veneno de las abejas sin que estas mueran, dicho extractor encuentra su propósito en las comunidades alejadas del país, mismas en las que no hay servicio de energía eléctrica.

Otra de las bondades que ofrece el dispositivo es poder regular diferentes niveles de voltaje, permitiendo al usuario calibrar el extractor dependiendo el tipo de abeja para no lastimarla y no matarla. Cabe señalar que para obtener un gramo de apitoxina se necesitan aproximadamente 70 colmenas.

La Organización para la Agricultura y la Alimentación de las Naciones Unidas (FAO) estima que, de 100 especies de cultivos, dentro de los cuales se encuentra casi el 90% de lo que consumimos, crecen por efecto de la polinización de las abejas. De desaparecer, los modelos de desarrollo y crecimiento económicos actuales se verían radicalmente modificados y se desataría una crisis alimentaria.